Kin divide en dos de manera simétrica la pirámide de El Castillo
Sin visos de Chaac –dios de la lluvia-, que la noche anterior arremetió celoso contra el sitio maya-, Kin se dejó ver esplendoroso desde su salida a las 6:18 horas.
Sin embargo, pocos minutos después de las 8:00 horas y por espacio de 30 minutos iluminó la cara noreste de El Castillo de Kukulcán y por el contrario se negó a mirar el lado suroeste.
Eddie Salazar Gamboa, descubridor de este juego de luz y sombras y quien recibiera el reconocimiento por ello en 2007, indicó que este fenómeno marca astronómicamente el inicio del verano en la región -5:51 de la mañana- y el cual durará hasta el próximo 22 de septiembre cuando cede su lugar al equinoccio de otoño.
Para los mayas, dijo, este fenómeno es marcador asociado al periodo de recolección de los frutos y las cosechas, pero también la fecha en el que el Sol tiene su máximo desplazamiento o declinación al norte y en uno o dos días iniciará su retorno al este.
Por esta razón, el astrónomo del Instituto Tecnológico de Mérida (ITM) expresó que este día la presencia visible del Sol será de 13 horas 25 minutos, en tanto la noche será de apenas 10 horas y 35 minutos.
Sin embargo, detalló, el Sol poco a poco irá disminuyendo su presencia hasta la llegada del equinoccio de otoño, es decir, cuando día y noche tienen la misma duración, los cual sucederá el próximo 28 de septiembre, aunque el cambio de estación será seis días antes de esa fecha.
Refirió que la iluminación de la parte noreste de la pirámide maya –una de las siete nuevas maravillas del mundo moderno- es posible gracias a que El Castillo no está alineado al norte sino a 20 o 21 grados al este.
Una de las grandes maravillas de este fenómeno es que durante el solsticio de invierno aparecerá de nueva cuenta, pero ahora será a la inversa, las partes iluminadas serán la sur y la oeste y será visible no al amanecer, sino al contrario, durante la puesta de Sol, por lo que llega la llamada noche más larga del año.
Una de las situaciones que más llaman la atención, explicó, es que este fenómeno nos permite ver como existe cambio en los días que dura un estación y otra.
Por ejemplo, al menos en el presente siglo, la primavera y el invierno decrece en su duración que pasarían de 93 a 90 días, en tanto, el verano y el otoño crecen en esa misma proporción, lo que “es una muestra de cómo el cambio climático también influye en este tipo de fenómenos”.
Mientras el Sol se mueve al suroeste y los espejos de agua se van secando por acción de Kin, los turistas empiezan a llegar en grandes cantidades, ajenos a los grandes secretos que los mayas precolombinos y sus dioses aun guardan y que sólo son revelados en juegos de luz y sombras.